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128 ANTOLOGÍA DE LA POESÍA FEMENINA ARGENTINA

Así te sueño y así espero hallarte, inteligente amigo de mi arte y fuente eterna de mis añoranzas.

Tal, que en el dolor de mis inquietudes, la belleza ideal de tus virtudes, suprima todas mis desesperanzas.

CULTO

¿Vas a cambiar los muebles de su cuarto? No, no los toques, te lo ruego. Deja.

Es mejor verlos como estaban antes,

el lecho en ese lado, y a la izquierda aquel reclinatorio donde oraba

antes de que llamaran: “¡a la mesa!”

Más allá, el lavatorio y la consola, el ropero, la cómoda y aquella mesa donde ella trabajar solía

en los días que hacía frío fuera.

A este lado, el sillón. ¡Cuántos recuerdos guarda fiel en sus brazos de madera!

Es el sillón en donde se sentaba

hasta mucho después de estar enferma. ¡Mira qué viejo se halla! ¡Y sin embargo, cómo ha durado y dura más que ella!

¿Cambiarle el terciopelo? ¡Eso sería

lo mismo que cambiarle la existencia!

Y además, tú no sabes; muchas veces

a la luz de la tarde que se aleja,

me parece mirarla aquí sentada,

tejiendo alguna cosa, muda, quieta,

como una virgencita que rezara desgranando un rosario de albas cuentas.