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vez mas dificil. Sus pulmones aspiraban con ánsia, pero faltaba el aire para ellos. Al anochecer hubo que mandar buscar el médico, pues la enferma se revolcaba, asfixiándose....

— Nada resta que hacer, murmuró el doctor. Tiene ya cavernas en los pulmones.

Y se retiró prometiendo volver mas tarde.

Lo que siguió fué terrible. Presa de convulsiones espantosas, la enferma se agitaba violentamente en el lecho, con sacudidas inmensas, la mirada fija en el vacío y los lábios espumantes.... Mil veces hubiera caido si Manuela, ahogada por las lágrimas, perdido casi el conocimiento, loca de angustia y desesperacion, no la hubiese sostenido, agotando en esa dolorosa tarea sus débiles fuerzas de niña....

D. Miguel estaba anonadado... Creía que las tinieblas que lo rodeaban eran mas grandes, mas espantosas que nunca.... Lloraba.... queria gritar, pero parecíale tener un nudo en la garganta, nudo que lo ahogaba martirizándole, volviéndole loco!...

Sin embargo, la escena era silenciosa. Ninguna de las tres personas dejaba escapar una palabra. Solo de cuando en cuando salía del pecho de Eu-