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ANTÍGONA
por
ROBERTO J. PAYRÓ
I
LA BORDADORA
Su belleza era grande, asi como sus ojos negros, llenos de luz; pero nadie hubiera sospechado que bajo esa corteza frájil y hermosa se escondieran un
alma varonil y un carácter enérjico.
Aunque hubo un tiempo en que la fortuna sonreía á su familia, ese tiempo habia pasado, como todas las cosas de este mundo, y don Miguel Arelio, su padre, obligado á ganar el sustento por medio del trabajo diario, ocupaba un mal empleo en la Direccion Nacional de Rentas.