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sette, de Cuasimodo... En fin, te has vuelto romántico ó crees serlo.

— Yo la quiero!

— Y te casas con ella? Vaya un tonto! Ámala pero no te cases. Casarse es renunciar á la vida.

— Quizá tengas razon.

— El tiempo te lo probará. Yo haré que puedas visitar á tu Manuela, y ya verás como antes de dar el paso que separa la vida tuya con la muerte del que se casa, has de arrepentirte. Vamos, pongámonos en camino. En la calle de Bolívar ¿nó?

— Sí.

Media hora despues Armando y Lindoro se separaban.

— Vete á esperarme en tu casa, dijo Dupont. Iré á comer llevando resuelto el problema.

— Estás seguro del triunfo?

— No, pero de todas maneras te prometo hacer lo posible por salir airoso con mi plan.

— Adios.

— Espera. Tengo algo que preguntarte. Si la familia de Arello está en la miseria ¿cómo es que habita esa casa? Es demasiado grande y los alquileres...