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casa, presentándose poco despues en la de don Miguel, á quien pidió una entrevista á solas.

Todo quedó arreglado y Manuel. estrechó la mano de Ernesto como la de su prometido. A los dos meses debia celebrarse la boda.

Dolores creyó terminada su mision, pues comprendia que una parte de aquella felicidad era obra suya; y lo mismo creeriamos nosotros si, por desgracia, no supiésemos que nuevos acontecimientos iban á desarrollarse en aquella casa, testigo de tantas y tan profundas aflicciones.

Todas las tardes, al volver de sus quehaceres, Ernesto pasaba varias horas al lado de Manuela. Aquellas entrevistas tenian algo de sublimemente bello. Para los jóvenes, todo lo que les rodeaba era color de rosa.

Don Miguel y Dolores presenciaban aquellas escenas en que parecian oírse gorgeos de pájaros.

Aquellas cuatro personas eran felices.

No sucedia lo mismo con Armando Dupont, que devoraba en silencio el desden de Manuela, buscando la ocasion de vengarse de aquella dicha. Su amor se habia convertido en ódio. ¿Es difícil que esto suceda? No. Basta con un poco de agua derramada