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se hubiera detenido sobre aquellas tres personas.
Sin embargo el aumento de sueldo era muy pequeño; pero con él iba envuelta una promesa!....
Cuando Ernesto se encerró en su habitacion, habia cambiado. No estaba abatido como de ordinario: su rostro expresaba el contento mas grande.
— Trabajo! Trabajo! murmuraba. Tú lo vences todo, tú sabrás ,ayudarme!
Y se durmió feliz y descuidado.