pero estoy pronta á asegurar que no lo guiaba nobleza ni la lealtad.
Dolores habia desfigurado los sucesos un poco, porque le parecía mejor relatarlos así, y otro porque no recordaba bien todos los detalles que le había hecho conocer Emesto ligeramente.
Como era de esperarse, la armonía se restableció; el jóven se habia retirado tan feliz como puede serlo el enamorado que, habiendo permanecido largo tiempo lejos de la mujer querida y sin esperanzas de reunirse á ella, vé cambiar de pronto su situacion y vislumbra un rayo de felicidad posible.
Sin embargo, permanecía en el mismo estado que al principio de sus amores. Era amigo de Manuela, pero nada mas. Esto no le bastaba, era de todo punto imposible que le bastára.
Entre tanto, en casa de Arello tenia lugar una escena agradable bajo todos los puntos de vista.
— Ya te lo dije, decía don Miguel; Ernesto no puede ser un perdido; la casualidad solamente lo ha condenado. Bien sabía yo que tarde ó temprano iba á descubrirse todo, por que ninguna calumnia puede aparecer como verdad durante muy largo tiempo.
— Es verdad, respondía Manuela.