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— Voy á decirlo al instante, respondió con seriedad Dolores.

Y permaneció un instante en silencio.

— La noche anterior al dia en que usted vió á Gonzalez en ese estado, prosiguió, Dupont vino á invitarlo á comer, diciéndole que era su cumpleaños. El lo acompañó gustoso, pues esa clase de invitaciones no se rehusan nunca. ¿Quién se niega á festejar el cumpleños de un amigo? Comieron en un hotel, yendo en seguida al teatro. A la vuelta, don Ernesto quiso retirarse, pero su compañero se opuso, pidiéndole que lo acompañara á cenar, á lo que accedió él despues de algunos ruegos. En la conversacion se olvidaron, ó mas bien se olvidó Gonzalez solamente de la hora, y cuando acordó era ya de dia. Despues de una noche así, por mas que lo que en ella ha sucedido no sea abominable, no se puede estar en el estado normal. Esa es la explicacion.

La buena mujer hizo una pequeña pausa.

— De esto se comprende muy bien, que Dupont ha preparado un lazo, no diré con qué motivo, que eso los sabemos todos más ó menos exactamente,