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— Te vuelvo á repetir que es un secreto.

— Pero yo puedo guardarlo; me parece que no será el primero que me confias. Además soy tu cómplice y....

— Se trata de una mujer.

Ernesto palideció.

— ¿De una mujer? preguntó el reporter, cuyo acento denotaba el interés que tenia en el asunto.

— Sí. De una mujer que él quiere.

— Y que tú tambien quieres ¿no es verdad?

— Sí.

— Y para qué hiciste publicar esa noticia?

— ¡Que tonto eres! Manuela, que asi se llama la heroina, amaba á Ernesto, y era necesario hacer que ese amor desapareciese, para que pudiera obtenerlo yo ....

— Prosigue.

Ernesto temblaba de cólera. Mil veces estuvo tentado de gritar é insultar á ese infame, pero lo detuvo el deseo de saberlo todo.

Asi es que no decia una palabra, limitándose á escuchar atentamente.

Coleti lo miraba de vez en cuando, para estudiar