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Esto la hubiera desesperado, si no fuese Lindoro Acuña el autor de semejante infamia.
Sin embargo el hecho existia.
Guardó la carta, sin decir una palabra á don Miguel, y tomando la pluma escribió la siguiente lacónica contestacion:
«Señor L. A.
Me ha parecido Vd. por su carta el hombre mas impertinente y mas osado. No vuelva Vd. á incomodarme nunca.»
Y no firmó.
Media hora despues se presentó el emisario de Lindoro, á quien dió la carta que hemos copiado mas arriba.