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— De todos modos será inútil, suspiró ella sin dejar de toser.

— Qué quieres decir? Si pronto estarás buena: el médico me lo ha dicho. Dentro de pocos dias no toserás más.

— Es cierto, no toseré! contestó la madre, pensando en la muerte.

— Dices eso de un modo!...

— Es que no me engaño, hija mía. Comprendo que pronto habré dejado de sufrir... y para siempre.

— Vaya! Cállate Eugenia, dijo D. Miguel enjugándose una lágrima que pugnaba por salir de sus ojos inmóviles. El médico asegura que antes de un mes estarás buena.

— Los médicos aseguran tantas cosas!...

En ese instante se presentó Ernestom poniendo de este modo fin á una conversacion que amenazaba ser muy triste.

Aquel hogar era tranquilo. Pocas veces se quejaban los pobres mártires. Cualquiera que entrase en aquella casa diria que la felicidad se habia detenido allí, tal era la resignacion con que sufrian sus dolores aquellas almas heridas por la mano de la desgracia