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llo la noche del dia en que tuvo lugar tan inmenso cambio en la situacion del jóven.

Permaneció allí durante cortos momentos, pero su mirada escudriñadora alcanzó á descubrir la tristeza de la niña, expresada bien por su doloroso silencio, y mas que todo, un papel de diario arrugado y caido en un rincon. Era el que contenia la condenacion de Ernesto.

Al salir, los lábios del jóven sonrieron con aire de triunfo. ¡Gonzalez estaba vencido!

Despréndese fácilmente de lo que antecede, que Armando era el autor del suelto. No es muy dificultoso insertar en un diario una infamia así, ni aún una mucho mayor. Él llevaba otro ejemplar en el bolsillo, por si el otro no hubiese llegado á la persona á quien se destinaba. El golpe habia sido bien dado.

Pasó algunos dias Armando sin mostrarse por la casa de Arello ni por la de Gonzalez. Esperaba que la primera impresion de los dos actores de ese drama, hubiera desaparecido. Despues se proponia seguir obrando.

Nada arriesgaba. ¿Quien supondria jamás que