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— Estabas enfermo?

— No; al contrario. Pasé la noche bailando con una jóven viajera muy bonita y ...

— ¡Dupont!

— ¿Que hay? ¿Por qué me interrumpes?

— Yo fuí al Rosario en ese vapor y te aseguro que no ha ido en él ninguna viajera jóven y bonita, que no has bailado, y lo que es mas, que no has hecho el viaje!

Armando quedó perplejo y silencioso ... Se habia. enredado él mismo y le era imposible salir de la maraña.

— Ya comienzo á jugar mal, pensó.

— ¡No has salido de esta capital! exclamó Lindoro. Me has engañado, mal amigo!

Armando se levantó.

— Si, dijo friamente. No he ido al Rosario, ni he pensado en tal cosa.. Lo único que queria, lo que deseaba de todas veras y lo que he conseguido durante algun tiempo, ha sido separarte de mí, porque me aburres, porque me hastias, porque me cansas.

— Para qué vienes hoy, entonces?