Página:Antigona - Roberto J Payro.pdf/129

Esta página ha sido validada
— 129 —

entretenia en insultar á cuantas señoras pasaban por su lado, diciéndoles las mayores desvergüenzas Un hombre de edad que acompañaba á una niña, le exijió moderase sus palabras, pero Gonzalez por toda contestacion insultóle tambien, y no hubieran parado las cosas ahí, á no haber intervenido un vigilante que prendió al beodo y lo llevó á la Comisaria respectiva, de donde ha salido esta mañana.

— ¿Qué le parece á Vd? preguntó Dolores. ¿Lo hubiera Vd. creido?

Manuela no respondió.

— Sin embargo puede ser que no sea él, murmuró la vecina. Quizás haya otro Ernesto GonzaIez.

Pero la jóven tenia la certidumbre de que. era él. Lo habia visto llegar esa mañana, tambaleándose todavia. La duda no podia existir.

Don Miguel estaba en la otra habitacion, por lo cual no se enteró del suceso.

Manuela permaneció muda é inmóvil, mirando como distraida el bordado de su bastidor. ¿Qué pasaba por ella en ese instante? Algo muy doloroso debia ser, pues sus ojos brillaban por las lágrimas agol-