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reserva y respetuoso silencio para juzgar del porvenir con vista de los hechos, otro sería el concepto que se formaran de nuestra cultura.

Para demostrar el descontento que existía contra la dominación Española, bastaba con mostrarse indiferente á las desgracias de la metrópoli y ver pasar en silencio las tropas, que de extranjera tierra y de distinta raza, venían á posesionarse de la tierra que descubrieron, poblaron y mandaron los españoles durante cuatrocientos años seguidos.

Si al verificarse la ocupación por las tropas militares de la gran República, se hubieran encontrado con un pueblo, que si bien es verdad que estaba sediento de justicia, no por esto haía perdido la altivez de su raza, y que sabía esperar el desarrollo de los acontecimientos, prestando á la vez su concurso en todo aquello que representara un signo de bienestar y de progreso, seguramente que nos prestarían mayor atención y nos considerarían más acreedores, si no á constituirnos en Estado, libre, dentro de la Unión Americana, por lo menos á que disfrutáramos de una autonomía, amplísima que nos fuera educando en el ejercicio del derecho y preparándonos para entrar de lleno á compartir con ellos de las libertades que disfrutan los Estados que constituyen la Unión.

El más horroroso de los castigos es el que han sufrido aquí los hijos de la nación Española, que en la noche del 27 de Julio último, se acos-