Página:Ana Karenine Tomo I (1887).pdf/90

Esta página no ha sido corregida
88
Ana Karenine

—¿Irá usted á ese baile? —preguntó Kitty.

—No podré dispensarme de ello, á mi modo de ver.

—Me alegraría mucho verla á usted allí.

—Pues bien, si he de ir, me consolaré con la idea de que la complaceré á usted... Grisha—añadió—no me despeines más.

—Y arrolló una trenza que servía de juguete al niño.—Vamos, hijos míos—añadió—id al corredor, pues oigo á vuestra aya que os llama para tomar el té. Ya se ve—dijo á Kittypor qué desea usted que asista yo á ese baile; me han dicho que espera usted allí un gran resultado.

—Lo sabe usted ya? Sí, es cierto.

¡Qué hermosa edad la de usted !—dijo Ana;—me hace pensar en esa nube azul semejante á las que se observan en las montañas de Suiza; todo se vc á través de ella en la edad feliz en que la infancia termina, y todo lo que cubre es hermoso y encantador. Después aparece poco a poco un sená dero que se va estrechando, y en el cual se entra con emoción, por luminoso que parezca... ¡Quién no le ha recorrido!

Kitty escuchaba sonriendo. «¿Cómo habrá pasado ella por allí? pensaba la joven. ¡Cuánto daría por conocer su historia!» Y recordó el exterior poco poético del esposo de Ana.

—Estoy al corriente de todo—dijo esta última—porque Estéfano me lo ha dicho. Esta mañana encontré á Wronsky en la estación de la vía férrea, y me agradó mucho.

—¡Ah! ¿con que estaba allí?—preguntó Kitty ruborizándose.

—¿Y qué le ha contado á usted Estéfano?

—Ha charlado un poco. Me alegraría mucho de que eso se realizase. Ya he viajado con la madre de Wronsky y no ha dejado de hablarme un momento de su querido hijo; sé que las madres no son imparciales, pero...

Y qué le ha dicho la condesa?

—Muchas cosas, y en primer lugar que es su favorito; parece que tiene un carácter caballeresco; su madre me aseguró que había querido ceder toda su fortuna á un hermano, y que ya en su infancia salvó á una mujer la vida. En fin, es un héroe—añadió Ana, sonriendo al recordar el donativo de doscientos rublos que el joven hizo en la estación.

Y al pensar en este rasgo, Ana experimentó cierta inquietud, comprendiendo que Wronsky había procedido así en obsequio á ella.