Página:Ana Karenine Tomo I (1887).pdf/78

Esta página no ha sido corregida
76
Ana Karenine

—Hasta la vista, Iván Petrovitch; hágame el favor de buscar á mi hermano y enviármele—dijo la dama, volviendo á entrar en el coche.

Le ha encontrado usted ya? — preguntó la señora Wronsky.

El joven reconoció entonces á Ana Karenine.

—El hermano de usted se halla aqui—dijo, levantándose al punto y ruégola me dispense por no haberla reconocido an tes; he tenido tan rara vez el honor de encontrarla, que seguramente no se acuerda usted tampoco de mi.

—¡Oh! si—contestó la dama—siempre le hubiera reconocido, pues su señora madre y yo no hemos hablado más que de usted durante todo el viaje.—Al pronunciar estas palabras su semblante expresó la mayor alegria. Pero mi hermano no viene—añadió.

—Llámale, Alejo—dijo la anciana condesa.

Wronsky salió del coche y gritó: — Oblonsky, por aqui!

Al ver a su hermano, la señora Karenine no esperó a que se acercara, sino que saliendo del coche corrió á su encuentro, y con un ademán, lleno a la vez de gracia y de energía, rodeóle el cuello con un brazo, atrájole hacia sí y le besó.

Wronsky no la perdía de vista; mirábala y sonreia sin saber por qué; y recordando al fin que su madre le esperaba, entro en el coche.

—No es verdad que es encantadora ?—dijo la condesa refiriéndose á la señora Karenine;— su esposo me la ha confiado, con gran satisfacción mía, y hemos hablado mucho. ¿Y qué te haces tú?... Me han dicho que estabas enamorado.

Tanto mejor, amigo mío, tanto mejor.

—No sé á quién se refiere usted, mamá—contestó friamente.—¿Quiere usted que salgamos?

En aquel momento, la señora Karenine entró en el coche para despedirse de la condesa.

—Vamos, condesa —exclamó—usted ha encontrado á su hijo y yo á mi hermano; y como ya he agotado todas mis historias, ya no me queda qué contar á usted.

—No importa—repuso la condesa cogiendo su mano;—con usted daría la vuelta al mundo sin aburrirme, porque es una de esas mujeres amables cuya compañía recrea. En cuanto á