Página:Ana Karenine Tomo I (1887).pdf/48

Esta página no ha sido corregida
46
Ana Karenine

cióse su rostro y acometióle una profunda tristeza; pero Oblonsky le habló sobre un asunto que muy pronto le distrajo.

—Vendrás esta noche á casa, es decir, á la de los Cherbatzky?—preguntó Arcadievitch, guiñando un ojo, mientras desviaba las conchas del marisco para tomar el queso.

—Sí, seguramente—contestó Levine—aunque me ha parecido que la princesa no me invitaba de buena gana.

—¡Vaya una ocurrencia! Siempre se conduce como gran dama—dijo Arcadievitch.—Yo también iré cuando salga de una reunión que debe haber en casa de la condesa Bonine.

¿Cómo no he de tratarte de salvaje? Explícame, por ejemplo, tu fuga de Moscou. Los Cherbatzky me han atormentado más de una vez con sus preguntas respecto á ti, como si yo pudiera saber alguna cosa. Lo único que sé es que tú haces siempre lo que nadie pensaría en hacer.

—Si—contestó Levine lentamente y con cierta emoción ;soy un salvaje, pero no es mi marcha lo que lo ha demostrado, sino mi regreso. He venido ahora...

— Eres feliz —interrumpió Oblonsky mirando fijamente á Levine.

—¿Por qué?

—Reconozco en los ojos á los jóvenes enamorados—replicó Estéfano Arcadievitch;—el porvenir es tuyo.

Y no le hay también para ti?

—Yo no tengo más que el presente y te aseguro que no todo son rosas.

—Pues que hay?

— La cosa no marcha! Pero no quiero hablarte de mí, tanto más, cuanto que no podría explicártelo todo—repuso Estéfano Arcadievitch. — Pero dime ¿por qué has venido á Moscou?...—¡Eh, mozo, ven á servirnos!

—Sin duda lo adivinas—replicó Levine, sin separar la vistade su amigo.

—Sí, lo adivino ; pero no he de ser el primero en hablarte de ello. Por este detalle podrás comprender si lo acierto ó no—dijo Arcadievitch, mirando á Levine con malicia.

—¿Y qué me dirás ?—preguntó Levine con voz temblorosa, conociendo que se estremecían los músculos de su rostro.¿Cómo consideras tú el asunto?