Página:Ana Karenine Tomo I (1887).pdf/35

Esta página no ha sido corregida
33
Ana Karenine

las cuestiones agronómicas, y que le hacía una concesión al hablarle de ellas; por eso se limitó á contestar sobre la venta del trigo y la cantidad realizada en sus tierras. Su verdadera intención había sido hablar con su hermano sobre sus proyectos de matrimonio, y pedirle parecer; pero después de la conversación con el profesor, y ante el tono involuntario de protección con que Sergio le había interrogado sobre los asuntos del campo, no se sintió con valor para hablar, pareciéndole que su hermano no vería las cosas como él deseaba.

—¿Cómo van los asuntos del semstvo? — preguntó Sergio Ivanitch, que se interesaba por las asambleas provinciales designadas con ese nombre, atribuyéndoles mucha importancia.

—No sé nada.

—¿Cómo es eso? ¿No formas parte de la administración?

—No, he renunciado; ya no asisto á las asambleas.

—Es una lástima—murmuró Sergio, frunciendo el entrecejo.

Para disculparse, Levine dió cuenta de lo que sucedía en las reuniones de distrito.

—¡Siempre es así!—interrumpió Sergio Ivanitch;—he aquí cómo somos nosotros los rusos. Tal vez deba considerarse como un buen rasgo de nuestro carácter esa facultad de reconocer los errores; pero los exageramos, y nos complace la ironía, que nunca falta en nuestra lengua. Si se concedieran nuestros derechos y esas mismas instituciones provinciales á cualquier otro pueblo de Europa, alemanes ó ingleses, sabrían extraer la libertad, mientras que nosotros nos contentamos con reir.

—¿Cómo ha de ser?—replicó Levine con la expresión de un hombre culpable.—Era mi último ensayo; lo tomé con mucho afán, pero ya no puedo hacer nada; soy incapaz de...

—¡Incapaz!—interrumpió Sergio Ivanitch;—tú no consideras el asunto como deberías.

—Es posible—repuso Levine agobiado.

—¿Sabes que nuestro hermano Nicolás está otra vez aquí?

Nicolás era el hermano mayor de Constantino y semi—hermano de Sergio; era un perdido que había devorado la maTOMO I 3