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Ana Karenine

de mis sensaciones. El principio de todo conocimiento, el sentimiento del sér, de la existencia, no vino por los sentidos, ni existe órgano especial para producir esa concepción.

—Sí, pero Wurst, Knaust y Pripasof contestarán que usted tiene conocimiento de su existencia únicamente por efecto de una acumulación de sensaciones, en una palabra, que sólo es el resultado de estas últimas. Wurst dice además que allí donde la sensación no existe, la conciencia de la vida falta.

—Yo diría, por el contrario...—replicó Sergio Ivanitch.

Levine observó de nuevo que en el momento de tocar en el punto capital, según él, iban á rehuirle de nuevo, y entonces atrevióse á dirigir al profesor la siguiente pregunta: —En ese caso, si mis sensaciones no existen ya, y si mi cuerpo ha muerto, ¿no hay existencia posible?

El profesor miró con expresión de contrariedad al que así le preguntaba, cual si le ofendiera aquella interrupción, y examinó al intruso, cuyo aspecto era más bien de campesino que de filósofo. Después volvióse hacia Sergio Ivanitch; pero éste no era tan exclusivo como el profesor, y sin dejar de discutir, podía comprender el punto de vista sencillo y racional que había sugerido la pregunta, á la que contestó sonriendo: —Aún no tenemos derecho para resolver esta cuestión.

—No tenemos datos suficientes—continuó el profesor, siguiendo el hilo de sus razonamientos. No, yo pretendo que si las sensaciones se fundan en impresiones, como lo dice claramente Propasof, debemos distinguir más severamente estas dos nociones.

Levine no escuchaba ya, esperando sólo la salida del profesor.

VIII

Cuando este hubo marchado, Sergio Ivanitch se volvió hacia su hermano.

—Me alegro verte—le dijo.— Has venido para mucho tiempo? ¿ Cómo van los negocios?

Levine sabía que su hermano mayor se interesaba poco en