char repentinamente al campo, después de haberse persuadido de que aquel matrimonio era imposible. ¿Qué posición en el mundo, ni qué carrera bien definida tenía él para halagar á los padres? Mientras sus compañeros eran, los unos coroneles ó ayudantes de campo, los otros profesores distinguidos, directores de banco ó de caminos de hierro, ó presidentes de tribunal, como Oblonsky, ¿qué hacía él, ó qué era á los treinta y dos años? Ocupábase en sus tierras y en la cría de ganados, construía granjas y cazaba la becada, es decir, había tomado el camino de aquellos que, á los ojos del mundo, no han sabido seguir otro; no se forjaba ninguna ilusión sobre el juicio que de él se podría formar, y pareciale que se le consideraría como un pobre muchacho sin gran capacidad.
Por otra parte, ¿podría la encantadora y poética joven amar a un hombre tan feo, y sobre todo, tan poco brillante como él? Sus antiguas relaciones con Kitty eran de un hombre con una niña, y parecíanle un obstáculo más.
Se podría, pensaba, amar amistosamente á un buen muchacho tan ordinario como él; mas era preciso ser bien parecido y estar dotado de las cualidades de un hombre superior para ser amado con un amor comparable al que él experimentaba. Ciertamente había oído decir que las mujeres se enamoran a menudo de hombres feos y medianos; pero no creía en esto, y juzgaba á los demás por él mismo, que no podía amar sino a una mujer notable, hermosa y poética.
No obstante, después de pasar dos meses en el campo, convencióse de que el sentimiento que le absorbia no se asemejaba á los entusiasmos de su primera juventud, y que no podría vivir sin resolver aquella gran cuestión. ¿Se le aceptaría ó no? Nada probaba, bien mirado, que se rehusaría su petición.
En su consecuencia, marchó á Moscou resuelto á declararse y contraer matrimonio si se le admitia. De lo contrario... no podría imaginar lo que sería de él.
VII
Levine, llegado á Moscou en el tren de la mañana, habíase detenido en casa de su semi—hermano Kosnichef: después de