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Ana Karenine

Cuando se retiraron los convidados, Ana se ocupó de su tocador, y no fué poco su enojo al saber que de tres vestidos que había mandado arreglar antes de su viaje á Moscou. dosno estaban corrientes, y el tercero faltaba. La modistase excusó, pero Ana la reprendió tan vivamente, que la mujer pareció avergonzarse de si misma. Para calmarse, la señora de Karenine pasó la noche junto a su hijo, le acostó, y no quiso separarse de él sin bendecirle antes, haciendo la señal de la cruz. Aquella noche se reposó completamente, y aligerada la conciencia de un gran peso, esperó á su marido junto á la chimenea, leyendo su novela inglesa. Aquella escena dei camino de hierro, que tan grave le pareciera, no fué ya á sus ojos más que un accidente insignificante de la vida mundana.

Á las nueve y media en punto oyóse un campanillazo, y Alejo Alexandrovitch entró en la habitación.