Página:Ana Karenine Tomo I (1887).pdf/118

Esta página no ha sido corregida
116
Ana Karenine

al parecer para mimarme. ¿Qué podía hacer yo? Has hallado en tu corazón bastante amor para perdonar...

— Dios sabe lo que habría sucedido sin ti! ¡Qué feliz eres, Ana!—exclamó Dolly;—todo es claro y puro en tu alma!

—Cada cual tiene en ella sus esqueletos, como dicen los ingleses.

—¿Cuáles puedes tú tener?

—Tengo los míos !—replicó Ana, con una sonrisa burlona que plegó sus labios á pesar de las lágrimas.

—En tal caso—repuso Dolly sonriendo—serán esqueletos divertidos, y no tristes.

—¡Oh! no, son tristes. ¿Sabes por qué me marcho hoy en vez de mañana? Esta confesión me pesa, pero quiero hacerla—añadió Ana, sentándose con aire resuelto y mirando á Dolly fijamente.

Esta última observó con asombro que Ana se había ruborizado de un modo extraordinario.

—Si—continuó; ¿sabes por qué Kitty no ha venido á comer? Pues voy á decirtelo: es porque está celosa de mi... yo he sido causa de que ese baile, en vez de ser una alegría para ella, se convirtiera en martirio; pero debo asegurarte de todas veras que no soy culpable, ó si acaso, muy poco—añadió, recalcando en la última palabra.

—¡Cómo te has parecido á Estéfano al decir esto!—repuso Dolly sonriendo.

Ana se resintió de estas palabras.

¡Oh! no, yo no soy Estéfano—replicó con expresión sombria; te refiero esto porque no quisiera dudar de mi misma un solo instante.

En el momento de pronunciar estas palabras, Ana comprendió que no eran justas, pues no solamente dudaba de si misma, sino que el recuerdo de Wronsky la impresionaba de tal modo, que había resuelto marcharse antes de lo que pensaba para no encontrarle más.

—Si—repuso Dolly—Estéfano me ha dicho que habías bailado un cotillón con él, y que...

—No puedes figurarte qué giro tomó todo eso. Yo pensaba contribuir a que se efectuase el matrimonio, y en vez de ayudar... tal vez contra mi deseo...

Ana se ruborizó de nuevo y guardó silencio.