Página:Ana Karenine Tomo I (1887).pdf/103

Esta página no ha sido corregida
101
Ana Karenine

IOI maltrataba de tal mode durante los accesos de cólera, que se le formó causa y faltó poco para que se le condenara por delito de mutilación. Levine recordó también la historia de Nicolás con un estafador, á quien dió una letra de cambio para pagar una deuda de juego, citándole después ante un tribunal por haberle engañado. Precisamente era la letra de cambio que Sergio Ivanovitch acababa de pagar. Tenía muy presente la noche en que Nicolás fué detenido por desórdenes nocturnos, y el proceso escandaloso entablado por él contra su hermano Sergio, cuando acusó á éste de no querer pagarle la parte de herencia de su madre; y por último, recordaba su última aventura, cuando, á causa de haberla emprendido contra un empleado, se le citó á juicio por golpes inferidos á un superior. Todo esto parecia odioso; mas para Levine la impresión no era tan mala como para aquellos que no conocían á icolás, porque se imaginaba conocer el fondo de aquel corazón y su verdadera historia.

Levine no olvidaba que en el tiempo en que Nicolás buscó en las prácticas de la devoción un freno á sus malas pasiones, nadie le había aprobado ni sostenido; cada cual, por el contrario, trató de ridiculizarle; y después, cuando llegó el momento de la caída, nadie le tendió la mano; muy lejos de ello, todos huyeron de él con horror y disgusto.

Levine comprendía que Nicolás no debía juzgarse en el fondo de su alma más culpable que aquellos que le despreciaban. ¿Era él responsable de su indómito carácter y de su limitada inteligencia? ¿No había tratado de mantenerse en el buen camino? «Le hablaré con la mayor franqueza—pensó Levine —obligándole á que haga lo mismo, procurando probarle que le comprendo porque le amo.» Levine.

Dió orden para que le condujeran á la casa cuyas señas indicó, y á eso de las once de la noche estaba ya á la puerta.

—Números 12 y 13—contestó el portero á la pregunta de —Está en casa?

—Supongo que sí.

La puerta número 12 estaba entornada, y de la habitación salía un espeso humo de tabaco de calidad inferior; Levine oyó una voz desconocida, y después reconoció la presencia de su hermano por su manera de toser.