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PRÓLOGO

vulgaridad y la ramplonería y que el espíritu que en ella se refleja es un espíritu ahito del más embrutecedor sentido común. Y á la vez que siente aversión hacia la literatura española siéntela, y no menor, hacia la francesa, y cuando el espíritu de una y otra se fusionan, surge algo que para él se simboliza en Moratín. Cuando de Moratín habla — le hemos oído hablar de él varias veces — pierde los estribos y no reconoce mesura alguna. «Moratín es un abismo de vulgaridad y de insignificancia — le hemos oído decir, — sus obras son el más insípido manjar que puede darse; ni tiene sentimiento, ni imaginación, ni inteligencia; es frío, no ha ideado ni una sola metáfora nueva, no piensa más que con el pensamiento de todo el mundo; es sencillamente un caso de imbecilidad por sentido común.» No sabemos que haya escritor á quien aborrezca más que á éste no siendo á Jenofonte. ¿Qué le habrá hecho Jenofonte?

8í, esta es la cuestión: ¿qué le habrá hecho Jenofonte? Y puede ampliarse preguntando qué le habrán hecho Moratín y qué la literatura española y la francesa, y hasta el mismo espíritu español qué es lo que le habrá hecho. Porque lo primero que de un escritor debe exigirse es que tenga respeto á su público y le trate lealmente, y la verdad, á las veces se exterioriza de tal modo en sus escritos el autor de esta novela, que nos parece no llega su respeto al público que le lee al punto que