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Daniel M. Martigny pusieron su espíritu en la mús seria atención.

El señor Varela leyó:

«Dueño del campo de batalla: esto sólo se dice »cuando la batalla es en campo raso y no cuando »uno es atacado en su propio campo, como Echa»güe confiesa que lo ha sido él. No sería ridículo »que cl jefe de una plaza asaltada dijera que ha »quedado dueño del campo de batalla, dada en la »misma plaza? Por segunda vez. Eso recuerda la »primera, don Cristóbal. Entonces dijo Echagüe >que había vencido y que iba en su persecución.

»Ahora, á los noventa y cinco días, salimos con »que está en el Sauce, esto es, á tres leguas de su »capital, habiendo de consiguiente, retrocedido »después de don Cristóbal; y con que el derrotado y perseguido Lavalle ha ido y lo ha atropellado »en sus posiciones. Luego, Lohagüc mintió al ha»blar de don Cristóbal. Y si mintió entonces, ¿por »qué no ahora?

»Ha vencido, y sin embargo, no sale de sus »posiciones ni aun después de vencer. En afecto, »ótese que no dice que va en persecución, como »era natural. Dice solamente que espera acabar »con el resto del enemigo. ¿Cómo es esto? ¿Lo »quiere más acabado? Si habla verdad, murieron »sciscientos y el resto huyo; unos por el Norto »y otros para Montiel: esto es, la derrota y dis»persión no pueden ser más completas. Y no obs»tante, no se atreve Echagüe á asegurar que los »perseguirá, ni se atreve & decir que ha triunfado »completamente.

»Según ese parte, la infantería de Echagüe no »ha cargado, pues no hizo sino dejar acercar la de »Lavalle para aprovechar sus tiros, como lo hicie-