de tronchar por su base el discurso de ese joven que se atrevia á pensar de diferente modo del que pensaban el señor Agüero, y el señor Varela; porque unitarios y federales viejos, todos han sido lo mismo en cuanto á esa ridicula aristocracia con que han querido presentarse siempre ante los jóvenes.
—¿Conque decís que Rosas ha hecho lo que ha hecho en los momentos de un contraste?
—Claro está contestó Varcla.
—Pues bien: Rosas ha hecho lo que acabáis de saber, en la tarde del día 19, en cuanto a las prisiones, es decir, seis horas después de haber recibido la noticia del buen suceso de sus armas en el Sance Grande.
—Pero venís en error; Rosas ha perdido la hatalla.
—¿Conocéis el parie, señor Varela ?—dijo monsicur Martigny.
El parto publicado por Rosas?
—Si.
Precisamente veniamos á hablar de cl. Hace tres horas que lo hemos recibido, —Y tenéis algún documento que le desmienta?
ea, volvierdo hacia él su cabeza y haciendo una señal al pocho de Varela.
Este sacó en el acto un papel del bolsillo de su levita y dijo dirigiéndose á M. Martigny.
—Conocéis el parte?
—o acabo de leer.
—Oid entonces si puede haber una demostración más acabada de la falsedad de ese documento, en este artículo que se publicará mañana, y que acabamos de recibir en la comisión,
