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PARTE TERCERA

I EN MONTEVIDEO

E El lector tendrá que acompañarnos esta vez á un paseo de pocas horas á la parte septentrional del Plata, siguiendo con nosotros á uno de los actores principales de nuestra historia; y después volvemos á tomar el hilo de los acontecimientos históricos.

Era una noche de los últimos días del mes de julin.

El cielo del Plata estaba argentado con toda su magnífica pedrería; y la luna, como una perla entre un círculo de diamantes, alumbraba con su luz de plata las olas alborotadas del gran río, sacudido pocas horas antes por las poderosas alas del pampero.

Doscientos bajeles se balanceaban dentro del ancho puerto de Montevideo, imitando un vasto y espeso bosque de palmeras, sacudidas en una noche del otoño por vientos que las azotan y despojan.

El cerro, ese cíclope que vigila la más joven de las hijas de América, parecía esa noche, á la cla-