Página:Amalia - Tomo II (1909).pdf/52

Esta página no ha sido corregida
— 48 —

do en aquel lugar en que cada bocado se les atrá gantaba como una nuez. Salomón sudaba; Santa Coloma se retorcía el bigote, y Crespo tosisma El general Mansilla que mejor que nadie conocía la ridiculez de aquel silencio y de aquella tirantez aldicánica, se fué de repente á fondo sobre el fanco de sus federales amigos.

—Boraba, señores—dijo levantándose con una copa en la mano y con esa gracia y safaduría peculiares al carácter del entusiasta unitario del Congreso.

Damas y caballeros se pusierou de pie.

—«Brindo, señores—dijo Mezsille, por el pri»mer hombre de nuestro siglo, por el que ha de »aniquilar para siempre el bando de los salvajes >unitarios; por el que ha de hacer que la Franciaase ponga de rodillas delante del Gobierno de la >Confederación argentina; por el inclito héroe.del >desierto; por el Ilustre Restaurador de las Leyes, abrigadier don Juan Manuel Rosas; y brindo tam—.

»bién, señores, por su digua hija que en tal día >como este vino al mundo para honor y gloria de »la América.» Las palabras del general Mansilla fueron la inecha, y el pulmón de los ilustres convidados; fué el cañón que dió salida i la detonación de su žulminante entusiasmo.

Se seabó el silencio, so acabó la tirantez, se acabó la aldea; y comenzaron el bullisio, la clesticidad y la bacanal.

«Bomba, señores—gritó el diputado Garrigós, »poniéndose de pie con la copa en la mano.—Be»bamos—dijo, por el héroe americano que está enseñando á la Europa que para nada necesita»mos de ella, como ha dicho muy bien hace muy