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derecha el señor ministro de S. M. B., caballers Maudeville, que poco antes había dejado en su casa á Su Excelencia el señor Gobernador, después de haber tenido el placer de verlo en su mesa en el convite diplomático dado eu celebración del natalicio de S. M. la Reina Victoria, igualmente que al señor ministro Arana, que después del hanquete hubo retirádose á su casa algo incomodado del estómago.

En seguida del señor Mandeville estaba doña Mercedes Bosas de Rivera, y frente á ella eu hermana Agustino, teniendo á su izquierda al señor Picolot de Hermillón: cónsul general de Cerdeña; seguían después todas las principales señoras de aquella reunión federal, colocados entre ellas algunos personajes notables de la época y conservándose los demás caballeros, unos de pie tras las sillas de las señoras, otros formando grupos en los ángulos del comedor.

Frenie á la señorita Manuela, en la cabecera opuesta de la mesa, estaba sentado el general Mansilla, Un silencio, apenas interrumpido por el ruido de la porcelana y los cubiertos, inspiraba un no sé qué de ajeno al lugar y al objeto de aquella rounión, y ponía en conflicto á la parte más crccida de los asistentes, on medio de oso silencio de funerales. Era de ver la pantomima do aquellas señoras osposas de los heroicos defensores de la santa causa, al llevar cada bocado á su boca!

El tenedor se levantaba del plato con una delicadeza tal, que parecía entre los dedos el fiel de una celosa balanza, pronto á inclinarse al más ligero accidente. El pedacito de ave ó de pastel era llevado a los labios con la misma delicadeza