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levitón, porque en ese momento su herida del hom..bro derecho le incomodaba demasiado.

—¿Decías, mi querido Eduardo?

—Decía que la Naturaleza ha hecho de ti el ser más original y más feliz, al mismo tiempo.

—¿Crees lo que dices?

—Lo juraría. Tienes una facilidad inaudita para dejar tu pensamiento en los sucesos que quedan tras de ti, y fijarlo á tu antojo en los sucesos nuevos que procures. Juegas tu vida; to entregas en cuerpo y alma á la intriga política, á los peligrosos acontecimientos del día; tu espíritu se levanta, hace grande, altiva, dominadora tu inteligencia; y dos minutos después de ser el primero en el poder de tu voluntad, y en la grandeza de tus ideas, pasas con una puerilidad, con une hilaridad sorprendente de lo más alto de la vida á las vulgaridades de ésta. Sabes de dónde venimos, lo que acabamos de ser, y, sin embargo, ahí estás delante de tu espejo, como el más frívolo de nuestros jóvenes, preparando tu cabello para ir á lucir á un baile, como si tal cosa acabaras de hacer, como si tal hombre acabaras de ser. Esto es, mi amigo, lo que se llama ser feliz en la vida.

—¿Está bien asf?—preguntó Daniel, dándose vuelta, dirigiéndose á Eduardo y señalando el lazo de una corbata de batista que acababa de ponerse.

—Véte al diablo—le contestó Eduardo, haciendo un gosto de malísimo humor al oir la burlona contestación de su amigo, acompañada de una gravedad, lo más írónica posible.

—Me voy al diablo—dijo Daniel, volviéndose al espejo y continuando su tocado.

—Prosigue, mi querido Eduardo—continuó,los estudios psicológicos son habitualmente tu