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gen con que se intentaba escarnecer el altar. Ellos pagaron más tarde al Dictador esta resistencia digna de los propagadores mártires del cristianismo en América; pero ellos recibieron el premio de su conciencia y más tarde, lo recibirán en el Cielo.

Que tenian que ver el templo y los sacerdotes de Cristo con los triunfos políticos de Rosas, ni con la imagen de un profano la casa de las imágenes celestes? «Determinado está por Jesucristo »el fin de la misión eclesiástica, y trazado está el »efreulo de sus funciones. Encargada de apacen»tar y conducir el rebaño que está en camino para »la vida eterna, conductora de peregrinos, y ella »misma peregrina, no puede cuidarse más, ni ne>cesita más, que el perniso del tránsito para via»jar por tierra extraña.» Pero, fuera de los padres de la Compañía de Jesús, la religión se vió escarnecida por sus mismos intérpretes en la tierra.

Las comunidades de Santo Domingo, San Francisco y las monjas Catalinas y Capuchinas, hicieron exposiciones políticas completamente opuestas al espíritu de caridad, al sentimiento de paz y de fraternidad, que debe abrasar á los que se cubren con un sayal para vivir lejos de las pasiones del mundo.

La victoria de Sauce Grande fué celebrada por esos frailes y por esas monjas; era la sangre de hermanos, la sangre de Abel, la que había corrido en ese lucha...

Jesucristo no se entremetió jamás cn los negocios políticos de la Judes; y ninguna tradición revela que los apóstoles felicitasen, en calidad de tales, á ninguno de los Césores romanos por sus