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sostenía este escándulo, y se sostenía, con él, al mismo tiempo.

Sí. En este nombre de la federación está sellada la tradición de toda cuanta desgracia puede azotar el nombre y el destino de todo un pueblo!

No hay jerarquía de delitos, no hay género de criminales que no haya surgido de los centros que aceptaron por nombre esa, palabra «federación.» Quiroga, ese bandido que algún día se creerá una creación de la fábula de nuestras tradiciones; Quiroga, que prendía fuego á la ciudad de su nacimiento; que pasaba como un cometa de sangre y crímenes sobre la frente de los pueblos; que desde la profanación de la virgen, hasta el degüello del anciano y del niño, muestra en su vida una gradación indefinible de delitos; que para escarmio de Dios, cansado ya de escarmecer á los hombres, escribía sobre un pendón negro: Religión ó muerte! Quiroga, decíamos, se llamaba federal; y á nombre de la federación dejó á la posteridad una historia inaudita de delitos; López, cuya vida era el robo y la falsía del salvajo; Ibarra, que entregaba á sus amigos arrancándolos del techo de su casa que los cubría, para pasarlos é manos del verdugo que se los pedía; Aldao, cl fraile Aldao, que tenía celos de la vide criminal de Quiroga, y en una ambición febricitante de delitos se empeñaba en sobrepasarlo y eclipsarle el nombre; Rosas, que resumió todas las inspiraciones de esos. otros, y sistematizó con éstas su Gobierno basado en el crimen, nutr por él, dirigido á ét: