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la Naturaleza. De lo cual la ilustración del Excelentísimo Señor Gobernador deduce con mucha propiedad, que el estimable señor cura Gaete ha pasado por algún momento de sonambulismo).

—¿ Usted quiere jugar conmigo?

1 Yo, mi respetable señor?

—Señor don Felipe, usted no es el Gobernanador delegado?

—Sí, hombre, sí, pero para este caso...

—Para este caso usted me hará justicia, y si no hace prender á ese hombre y á quién yo sé, yo me voy mañana á Santos Lugares á presentar la queja al Restaurador.

Haga usted lo que quiera, pero yo no puedo hacer prender a nadie sin orden de Su Excelencia.

—¿Ni á ese hombre tampoco?

—Menos. Déme usted pruebas, señor Gacte, pruebas.

—Pero si es lo mismo.

—Lo vió usted?

—No; pero lo of.

—Sueño, sonambulismo, mi querido señor—dijo don Cándido.

—Yo la he de hacer dormir & usted, pero por toda la vidara, —¡Pero, señor Gaete, un sacerdote!—dijo Araun hombre de las condiciones de usted, hacer así acusaciones sin pruebas; querer así distraer la atención del Gobierno en momentos en que todos estamos ocupadísimos con la invasión del cabecilla Lavalle 1 —81? Pues yo también estoy ocupadísimo con la invasión que me hicieron este hombre y su compañero.