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Sí, está bueno.

—Oiga usted: la palabra «sueños que acaba de pronunciar mi secretario, me inspira una luminosa idea.

—No entiendo de ideas, señor don Felipe. Exte es uno y el otro es quién yo sé.

—Oiga usted, hombre, oiga.

—Vamos á ver, cigo.

¿Usted comió con unos amigos oso día?

—Sí, señor, comi.

Durmió usted la siesta?

—Dormi la siesta.

—Entonces no sería nada extraño que todo cuanto usted refiere haya sido una escena de sonambulismo.

¿Y qué diablos es eso?

—Yo se lo explicaré á usted: el sonambulismo es una cosa descubierta modernamente, no recuerdo por quién. Pero so ha probado que hay muchas personas que conversan dormidas que se levantan, se visten, montan á caballo, pasean, y todo eso dormidas; que sostienen conversaciones, que ven y hablan con personas que no están delante, y hasta hay algumas que se han batido y dado contra las paredes, creyendo que bregaban con sus enemigos; y á todo esto se le da el nombre de sonambulismo, ó magnetismo.

—Dice muy bien el Excelentísimo Señor Ccbernador. Y es en Alemania donde se trabaja con más perseverancia por descubrir csos fenómenosintimos, secretos, misteriosos del espíritu humano. Y es en las dignas personas como la del respetable señor cura Gaete, de temperamento nervioso, ardiente, impresionable, en quienes se obran con más frecuencia esos portentosos prodigios de