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No importa, lo consultaré.

Válgame Dios, señor don Felipe! Si usted es el Gobernador delegado, y no sé que lo que pido esté fuera de sus atribuciones!

—Si, hombre, sí, soy el Gobernador délegadopero es por forma, entiende usted?

—Creo que entiendo contestó Victorica, que bien lo sabía, pero que hubo pensado poder sacar algo que lo garantizase de la Mazorca.

—Por forma continuó don Felipe,—para que los unitarios no digan que marchamos sin las formas, pero nada més.

—Ya.

—Esto es para entre nosotros ¿eh?

—Sin embargo, el secreto lo saben todos.

¿Qué secreto?

El de la forma.

—Y...

Y se ríen malignamente los unitarios.

Traidores!

Y dicen que usted es y no es Gobernador delegado.

¡Vendidos!

—Y dicen también que tiene usted miedo.

—¿Yo?

—Sí, eso dicen.

Pero, miedo de quién?

—Del señor Gobernador, si hace usted algo que no le agrade, y de Lavalle, si hace algo del gusto del señor Gobernador.

—Eso dicen ¿eh?

—Ego.

Y usted qué hace, señor Jefe de Policia?

— Yo?

—Si, usted.