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la Francia cortaba la cuestión, como la cortó, ó daba á su política en el Plata cualquiera otro sesgo que le conviniese?

Entretanto, si el general Lavalle triunfaba de Rosas, la revolución no podía dejar de llevarlo al puesto del Gobierno, y la cuestión argentina, por la calidad de sus miembros, debía hallarse también en las altas regiones del poder; y las promesas del 22 de junio, si bien no eran de una obligación perfecta para Buenos Aires, lo eran para aquellos que lo firmaron, y que, colocados en actitud de llenarias, no hubieran querido ni podido prescindir de cumplirlas. Viniendo á resaltar que aquel convenio era todo una realidad para la Francia, y todo una ilusión para la comisión argentina.

Pero ésta turvo también otro objeto en aquel paso, y si por ventura no entró en sus consejos, debemos felicitaraos, sin embargo, de que aparezca coino tal.

La alianza con el extranjero era el caballo de batalla de don Juan Manuel Rosas y de su partido, para estigmatizar á sus contrarios; y, mucho tiempo después de aquél á que está circunscripta esta obra, ha continuado siendo el tema favorito de las más punzantes recriminaciones, de las más infundadas y arbitrarias sospechas.

Pero en materias tan graves, en que la historia no está menos interesada que el honor de los individuos y de los partidos, no se discute sino sobre los hechos y sobre los documentos.

Para acusar á Rosas y á la parte activa de su partido, á cada momento les hacemos su proceso con las piezes oficiales de ellos mismos, y con la exposición de hechos que han estado bajo impe-