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.5 mi opinión la política que ha creído conveniente seguir en los negocios del Plata el gabinete de Saint James—dijo Daniel con un tono tan humilde y tan comedido, que acabó de encantar á don Felipe, quien no deseaba otra cosa sino que alguien hablase cuando él tenía que hacerlo.

—Las opiniones de un joven tan aventajado como el señor Bello deben ser aídas siempre.

—Mil gracias, señor Arana.

El señor Mandeville fjó sus ojos en la fisonomia de aquel joven cuyo nombre lo cra conocido; y se dispuso con toda su atención á escucharlo.

—Es muy probable que á la fecha en que estamos, el señor Palmerston esté en posesión de un documento muy grave de la actualidad; me refiero al protocolo de una conferencia tenida el 22 de junio de este año entre la comisión argentina y el señor Martigny. El señor Mandeville sabe algo de este documento?

—Nada absolutamente—contestó el ministro inglés, —y dudo que mi Gobierno lo tenga, toda vez que no ha ido por mi conductc.

—Entonces me cabo la dicha de haber hecho las veces del señor ministro.

Es posible?

St, señor: el 22 de junio se firmó esc doenmento, y el 26 marchaba para Londres, enviado por mí al vizconde Palmerston. Tiene, hoy, pues, cincuenta y dos días de viaje.

Pero, ese documento?—dijo el señor Mandeville, algo intrigado.

—Holo aquí, señor ministro. Leámoslo y daspués observemos—dijo Daniel sacando de su cartera un pliego de papel muy fino en que leyó: