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en ellas fué donde debía engendranse la época de sangre que debía comenzar en 1840. Porque, si las cabezas de Zalarallán, de Castelli y otros, habían dado ya ocupación al cuchillo, todo eso no era sin embergo sino les preludios de las ejecuciones en masa que debían cometerse más tarde.

Dl terror fué graduado, fria y sistemáticamente por el Dictador.

Tas personerías.

Los azotes.

—FAM

Los moños de cinta, pegados con brea en la cabeza de las señoras.

Este y el otro asesinato, de tiempo en tiempo, fueron escalones sucesivos por los que Rosas fué arrastrando el espíritu individual y el espíritu público al abismo de la desesperación y del miedo, y cuyo fordo insondable debía empujarlos con mano de demonio en la San Bartolomé de 1840.

Así, la sociedad á esta época se hallaba dividida en víctimas y en asesinos. Y estos últimos que desde muy atrás traían sus títulos de tales; valientes con el puñal sobre la víctima indefensa; héroes en la ostentación de su cinisino, tenhlaban, sin embargo, cuando la pisada del ejército lihartador hacía vibrar la tierra de Buenos Aires, en la última quincena de agosto de 1840, á cuyos días hemos llegado en esta historia; mientras que la parte oprimida del pueblo sufría también la incertidumbre penosa por el éxito próximo de la cruzada.

Y para poder fijar con claridad la filosofía de esta conclusión, la novela ha tenido que historiar brevemente los antecedentes que se acaban de leer.