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la imaginación, sino con la expresión de su conciencia en estado de pureza; que hablaban del martirio como del homenaje debido á la sombra de nuestros vicjos padres y á la libertad futura de la patria.

Isla do la Libertad, agosto 81 de 1880.

  • Mi querida mamá: he derramado lágrimas al »leer su carta tan llena de amor maternal. De»vuelvo á usted esos tiernos sentimientos que me »manifiesta, con todo mi corazón. Confío en que »el cielo presidirá nuestros destinos y que yo tonzdré el gusto de abrazarla á usted y á mis queri»das hermanas en el seno de nuestra patria ado»rada. Diez años han durado nuestros sufrimion»tos, y la esperanza de terminarlos me llena de »ardor y de entusiasmo. Deseche toda idea tris»te: Dios regla el destino del hombre. Si muero, »le pido su perdón y su olvido.—Eduardo Al»varez.» ¡Soldados, así, como ese joven de diez y nueve años, hijo de uno de nuestros viejos generales, que se despodía de su madre para ir á morir por la libertad de su patria, y que murió por ella en la jornada del Sauce Grande, después de habersc cubierto de gloria en el Yeruá y Don Cristóbal; cayendo al expirar en los brazos de su hermano, enviándole un beso á su madre y haciendo jurar á ese hermano que no dejaría la espada sino con la libertad argentina, ó con su muerte...

De parte de la tiranía, Echagüe en Entre Rios, López cr Santa Fe, Aidao en Mendoza y Rosas en Buenos Aires, formaban las cuatro columnas de resistencia el ataque de la libertad.