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despotismo, entre la civilización y la barbarie: y estaban ya sobre el campo los dos rivales con la espada en la mano, prontos á atravesarse el co razón, teniendo por testigos de su terrible com bate á la humanidad y á la posteridad.

Ta mirada de todos estaba fija sobre la inmensa arena del combate ¿en qué lugar? sobre la República entera.

El general Paz marchaba á Corrientes, á esc Antco de la libertad argentina, que ha estado coyendo y levantándose, luchando brazo á brazo con la dictadura de Rosas, y que entonces victoreaba la libertad y recibía á la noble hechura de Belgrano.

Lamadrid, ese mosquetero de Luis XIII , resucitado en la República Argentina en el siglo XIX , bajaba sobre Córdoba á extender la poderosa Liga del Norte.

Lavalle, nuestro caballero del siglo XI , nuestro Tancredo, el Cruzado argentino, en fin, marchaba sobre la ciudad de Buenos Aires, al frente de sus tres mil legionarios, valientes como el acero, andientes como la libertad, entusiastas como la poesía, y robles como la causa santa por que abandonaron la patria, dejando en ella la voluptuosidad y el lujo, para volver a ella con la privación y con la roída casaca del soldado.

Ejército compuesto de la parte más culta y distinguida de la juventud argentina, comandado por lo más selccto de nuestra milicia; ejército que representa en sí solo toda la poesía dramática y melancólica de la época. Soldados imberbes que tomaban el fusil, no como una carrera, sino como un sacerdocio; que partían á la guerra hablando de los peligros y de la muerte, no con la pocsía de