Página:Amalia - Tomo II (1909).pdf/241

Esta página no ha sido corregida
— 237 —

hubiesen nombrado el más repugnante objeto de la tiena.

1 Daniel hizo entonces la relación de cuanto había ocurrido en la quinta de Barracas, desde las diez de la noche anterior.

—Pero en todo esto— agregó, no hay ningún peligro real todavía. Nadie podrá dar con Fiduardo, yo respondo de ello. Voy á trabajar en sentido de prevenir el ánimo de Victorica contra las deluciones falsas que ha recibido Rosas de su cuñada, con la intención de dejar desairada la diligencia de la policía. De ese modo, doy seguridad á Amalia y á esta casa. Y en cuanto á mí, no tongo nada absolutamente que temer dijo Daniel, queriendo 128pirar a su amada y á su madre una confianza de que él empezaba á carecer.

—Mamá—dijo Florencia, pues ya que no hay motivo para que Amalia no venga, yo querría mandaria & buscar, para que nos acompañaso á comer; Daniel lo hará bambién, y así pasaremos juntos todo el día.

—Sí, sí—dijo Danicl.—Quisiera que todos estuviésemos juntos, y que no nos separásemos nunca.

Una especie de presentimiento terrible empezaba á oprimir el corazón de Daniel.

—Bien, hazlo—le contestó madama Dupasquier.

Florencia salió volando, le escribió cuatro líneas á Amalia, y dió orden de poner el coche, para man.dar traer á su amiga.

Florencia volvió á la sala por las piezas interiores, cuando llamaban á la puerta exterior de la sala.

Todos se inmutaron.

Daniel se levantó, abrió, y dijo:

—Fs Fermin.