Victorica paseó sus miradas por los objetos que le descubrió Amalia, y sin tocar ninguno, dijo:
—He concluido, señora.
Amalia le contestó apenas con un movimiento de cabeza, y volvió al soft, pucs sentía que, después del violento esfuerzo que acababa de hacer, una especie de vértigo le anublaba la vista.
Victorica y Mariño hicieron una profunda raverencia y salieron por el gabineto á encontrar al comisario, que los estaba esperando.
Y fué en el momento en que todos montaban á caballo, cuando Daniel bajó del suyo, y después de un cortés saludo á Victorica y á Mariño, entró en la casa de su prima, diciéndose á sí mismo:
—Malo. Empiezo á llegar tarde, agüernes mal A su vez Mariño decía á Vietorica:
—Este lo debe saber todo. Este es unitario, á pesar de su padre y de todo lo que hace.
—Sí, es necesario poner los ojos sobre él.
—Y cl puñal—agregó Mariño, y tomaron el galope para la ciudad.
XVI
TODOS COMPROMETIDOS
Una hora después, el soberbio alazán que había llegado a la quinta á gran galope, volvía paso á paso en dirección á la ciudad, llevando á su dueño, no con la cabeza erguida y los ojos vivísimos como una hora antes, sino con la cabeza inclinada al pecho y casi cerrados sus hermosos ojos.