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Mil gracias!—contestó Amalia con sequedad.

Ha recibido usted mi carta esta mañana?

—He recibido un papel firmado por Nicolás Mariño, que supongo será usted.

—Bien—contestó el comandante de serenos, dominando la impresión que le causó la desdeñosa respuesta de la joven.—En esa carta, en ese papel, como usted le llama, me apresuré á participar & usted lo que iba á ocurrir.

—Y puedo saber con qué objeto se tomó usted esa incomodidad, señor?

—Con el objeto de que adoptase usted las medidas que su seguridad le aconsejase.

—Es usted demasiado bueno para conmigo; pero demasiado malo para con sus amigos políticos, pues que les hace usted traición.

— Traición !

Me parece que sí.

—Eso es muy fuerte, señora.

—Sin embargo, ese es el nombre.

—Yo trato de hacer siempre todo el bien que puedo. Además, yo sabia que desde anoche no podía haber ningún hombre en esta casa, después de la visita de Cuitiño, Doña María Josefa Ezeurra, sin embargo, que tiene un empeño especial en perseguir esta casa, mientras yo lo tengo en protejerla, fué esta mañana á dar parte al señor Gobernador de que aquí se ocultaba una persona que se busca hace mucho tiempo por la autoridad. Su Excelencia mandó llamar al señor Victorica, le dió la orden que está cumpliendo, y yo, que tuve la suerte de saber lo que ocurría, no perdí un instante en comunicárselo á usted, decidiéndome también á acompañar al señor Vietorica, por si tenía la suerte de poder librar á usted de algún compro-