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»susceptibles á la vez que celosas, las sociedades >americanas no tieren entre sí y para sí mismas »otros principios de asociación, que el catolicismo »y la independencia política.

»Sin comprender todavía las ventajas de la aso»ciación de ringún género, en los partidos políti>cos es en los que ésta cxisto menos.

»Un espíritu de indolencia orgánica de raza vie»ne á complementar la obra de nuestra desorgani»zación moral, y los hombres nos juntamos, nos >hablamos, nos convenimos hoy, y mañana nos >separamos, nos hacemos traición, ó cuando ine»nos nos olvidamos de volver á juntarnos.

»Sin asociación, sin espíritu de ésta, sin cspc»ranza de poder organizar improvisamento esa pa»lanca del poder y del progreso curopeo que se lla»ma asociación, ¿con qué contar para la obra que >nos proponemos? ¿con el sentimiento de todos?

»¡Ah! señores, ese sentimiento existe hace mu»chos años en nuestro pueblo, y la Mazorca, sin »embargo, es decir, un centenar de miserables, »nos boma en detalle y hace de nosotros lo que »quiere. Esto es lo práctico, y yo prefiero ir á mo»rir en el campo de batalla á morir en mi casa >esperando una revolución que los porteños todos »juntos no podremos cicctuar jamás, porque to»dos no representamos sino el valor de un solo »hombre.

» Entretanto, es una verdad indisputable lo que »ha dicho mi querido amigo: es decir, que sería nás opotuno y eficaz buscar en la persona única de Rosas el exterminio de la tiranía. Decidme si »es posible establecer la asociación y seré el prime»ro en desechar toda idea de abandonar el país.» Un silencio general sucedió á este discurso.

AMALIA 2, TOMO II