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»patria á tantos pueblos con su espada y su saber:

»los que hicieron clásica la tierra del sol, presen »tarian un espectáculo admirable al mundo viejo, »por la perfidia del tirano Rosas quedarfan erran»tes y sin término; y donde sobran recursos á las »fieras 3 & las aves de rapiña, nuestros valientes, sus esposas y sus hijos, no encontrarían un solo xárbol que los consolase con su sombra. Entretanxto, volved la vista hacia el tirano: él río cuando la Naturaleza y la humanidad lloran á su lado.

>El duerme tranquilo cuando la injusticia y el pu»ñal alevoso le hacen la centinela; él, por fin, se »divierte y entretiene creando escarapelas y divi»sas de la sangre misma que hace verter. Esta pin»tura es horrible, pero exacta.

» Paisanos No permitamos que el sol de Amé»rica, su. Dios en otro tiempo, desde su alto cerit »nos diga: «dejad esa tierra que no debéis pisar, »no merecéis que os alumbre: los sepulcros que, »ha més de trescientos años, abristeis, son más »dignos que vosotros de mi claridad y esplendor.» »Amigos: no, no es posible; hagamos por no me»recer tan humillante como justa reconvención; »principiemos por ser libres, abramos las puertas »á todos los desgraciados, enjuguemos las lágrimas de tantas madres y esposas abandonadas á la cr»fandad y miseria, consolémoslas en su amargo »llanto; pero enristremos nuestras lanzas contra »los desnaturalizados que intentan sofocar en nues»tro corazón tan dulce sentimiento. No confiemos »más la suerte de nuestra patria é los caprichos de »un hombre solo, carguemos sobre nuestros pro»pios hombros el peso grave de nuestros destinos.

»Nos falta mucho, es verdad, pero sabed que la »sinceridad y la buena fe son preferibles á las tre-