vincias inquietaban poco, por cuauto tenía á suð puertas un peligro mayor en esos momentos.
¡Oh, muy lejos —contestó el señor Mandeville.
—¿Y qué más le escriben á usted?
—Me mandan también esta proclama, de Brizucla.
A ver: léalawww <DIOS Y LIBERTAD !
»El Gobernador y Capitán Genorul de la provincia de la Rioja, Brigadier D. T. Brizuela, á sus com»patriotas:
» Hermanos y compatriotas! Las heroicas pro»vincias de Tucumán, Salta, Jujuy y Catamarca, »irritadas con la presencia de los males que el tira»no de Buenos Aires hace pesar sobre la Repúbli»ca entera, y queriendo preservarla para siempre >de las perfidias y asechanzas de aquél, han levan»tado su tremenda voz, y dicho: "¡Vive la liber»tad argentinel¡ muera el usurpador Rosas! Esto »grito, tan análogo el corazón de los riojanos, fuó »la chispe cléctrica que los inflamó, y ci 5 del co»rriente mes de América, por el órgano de sus »RR . respondieron y han jurado no permitir que »los malvados osen poner su inmunda planta so»bre el altar santo de la patria.
» Compatriotas! El usurpador D. J. M. Rosas, »allá en el sangriento elaboratorio de una alma de»pravada, tenía decretado el exterminio de la Re»pública: todas las provincias debían ser conver»tidas en hordas de salvajes habitantes del desier»to. Los campeones de la libertad: los que dicron