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sucesos y buscar en ellos mismos los medios de salvarnos de cualquier peligro?

—Pero bien, ¿cuándo veré á Eduardo?

Dentro de algunos días.

De algunos días! Pero no hemos quedado en que mañana nos volveríamos á ver?

—Sí, pero no habíamos quedado en que Cuitiño nos visitase esta noche.

—No importa, si él no vicce aquí, yo quiero ir adonde él esté.

—Despacio. Nada puedo promoterte ni negarte.

Todo dependerá de los resultados que tenga la visita del diablo que hemos tenido esta tarde. No creas que la vieja queda satisfecha con lo que le ha sucedido á Cuitiño; al contrario, va é irritarse más é incomodarnos á todos. Hay una cosa, sin embargo, que me tranquilizs.

Y cuál, Daniei?

Que & estas horas tienen mucho en qué pensar Rosas y todos sus amigos.

Y qué hay? jacaba, por Dios!

—Nada, una friolera, mi querida Amalia—dijo Daniel alisando los cabellos sobre la frente de su prima, sentada al lado suyo, junto á la chimenea.

Poro, qué hay? Estás insufrible.

Gracias.

..

—Lo mereces. To estás riendo.

—Es que estoy contento.

Contento?

—81.

—Y tienes valor de decirmelo?

—Sí.

—¿Pero, contento de qué? ¿De que todos estamos sobre un volcán?