Página:Amalia - Tomo II (1909).pdf/183

Esta página no ha sido corregida
— 179 —

—Y entonces, ¿cómo diablos es cato? ¿Pues qué yo soy hombre para que se juegue conmigo?

—Son los unitarios, comandante, nos quieren enredar á los federales; y le han de haber ido con algún cuento & doña María Josefa, porque las mujeres no los conocen como nosotros que tenemos que estar lidiando con ellos todos los días. Pero no impurta, usted busque á ese mozo que vive en la calle del Cabildo, y si él es el unitario de aquella noche, no le ha de faltar cómo conocerlo. Entretanto, yo he de ver & doña Maria Josefa y al mismo don Juan Manuel, para saber si ya nos andamos registrando las casas unos á otrosm No, don Daníel, no de paso ninguno, si son los unitarios, como usted ha dicho—le contestó Cuitiño que creía á Daniel hombre de gran influencia en la casa de Rosas.

—¿Qué quiere tomar, comandante?

Nada, don Daniel. Lo que yo quiero es que esta señora no se quede enojada conmigo, porque nosotros no sabíamos qué casa era ésta.

Amalia hizo apenas un ligero movimiento con la cabeza, porque estaba completamente atónita, menos por la presencia de Cuitiño, que por el inaudito coraje de Daniel.

Entonces se retira, comandante?

—Si, don Daniel, y ni la contestación le voy á llevar á doña María Josefa.

—II ace bien; son cosas de mujeres y nada más.

—Señora, muy buenas noches—dijo Cuitiño saIudanda á Amalia, y marchando con toda su comitiva, acompañado de Daniel, á tomar sus caballos.