Página:Amalia - Tomo II (1909).pdf/165

Esta página no ha sido corregida
— 161 —

Ah! dispense usted. Como le veía tan pålido...

—Es mi color natural.

—Además, como lo veía á usted sin divisa y con esa corbata de una sola vuclta, en un día tan frio, creí que vivía usted en esta case, Mire usted, señore—se apresuró á decir Daniel, para evitar una respuesta que, por fuerza, había de ser una mentira, ó una declaración demasiado franca, que convenía evitar, en esto de frío, es según uno se acostumbra; los escoceses viven en un país de hielo, y andan desnudos hasta medio muslo.

—Cosas de gringos; pero como aquí estamos on Buenos Aires... —replicó doña María Josefa.

—Y en Buenos Aires, donde este invierno es tan riguroso—agregó madama Dupasquier.

Ha hecho usted poner chimenea, misia María Josefa ?—preguntó Florencia, que, como todos, parecía empeñarse eu distracrla de la idea que labía tenido sobre Eduardo, y que todos parecían adivinar.

—Demasiado tengo que hacor, hija, para ocuparme de esas cosas; cuando ya no hays unitarios que nos den tanto trabajo, pensaremos un poco en nuestras comodidades.

—Pues yo no bago poner una chimenea en cada cuarto, porque Mansilla se resfría al salir del lado del fuego—dijo Agustina.

—Demasiado calor ha de tener hoy Mansillacontinuó doña María Josefa.

—¿Cómo? ¿Está enfermo el señor general?preguntó Amalianunca está sano—contestó Agustina, pero hoy no le he sentido quejarse.

AMALIA 11.—TOMO 11 -